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El documental, un género que se resiste a morir

sábado, 24 de abril de 2010 by Radio like transmission

Una de las formas en las que podemos disfrutar de la cultura en los medios de comunicación es a través de los documentales, un género que nació prácticamente con el cine pues, en sí, las primeras grabaciones eran escenas de la vida real. Y fueron los hermanos Lumiere los pioneros de lo que más tarde se convertiría en documental, aunque también apostaron por otros estilos.

Ya entrados en el siglo XX, aparecieron grandes producciones documentales. Se considera el primer documento de este tipo Nanook of the North (1921) del cineasta estadounidense Robert Flaherty, también catalogado como primer documentalista. Un dato curioso es que tuvo que rodar dos veces las imágenes, ya que perdió todo el material debido a un incendio en el laboratorio.


Nanook el esquimal (1921)

El Hombre de la Cámara
(1929) del soviético Dziga Vertov (pseudónimo de Denis Abramovich Kaufman) que muestra la vida de un trabajador soviético, un camarógrafo en busca de imágenes. Se trata de un trabajo no solo documental sino también artístico. Vertov crea constantes cambios de escena, planos, fundidos... una experimentación como no se había dado nunca anteriormente. Pero es, además, un tipo de documental llamados en la época “urbanos”. Esa misma etiqueta tenían otras producciones documentales como Berlín, sinfonía de una gran ciudad (1927), de Walter Ruttmann, o Lluvia (1929) de Joris Ivens.

El hombre de la cámara (1929)


Berlin, sinfonía de una gran ciudad (1927)

Fue una época, esta de las primeras décadas del siglo, muy buenas para el documental, muestra de ello es otro trabajo: El Río (1938) del también estadounidense Pare Lorentz, pero a medida que los estudios de cine vieron en las películas de ficción el verdadero negocio, los documentales fueron perdiendo espacio en las salas de cine. Y no fue hasta la aparición de la Televisión cuando volvió este género a tomar peso. Eso sí, modificando su estructura, su duración, y al menos, su lenguaje, para adaptarse a este nuevo medio de comunicación. Se perdía el tempo que proporciona el cine, pero se ganaba en difusión.



El Río (1938)

Así, ya con la televisión, fueron las productoras como la británica National Geographic o la Transtel alemana las que más apostaron por el género, traduciendo sus trabajos a varios idiomas y facilitando así su venta a distintos países.

Pero si nos acercamos más a nuestra época contemporánea, han aparecido televisiones que se dedican exclusivamente a el género documental, como el caso de Discovery Channel, canal Historia, el germano francés ARTE, y en nuestro país espacios consagrados como fue en su momento los programas del naturalista Féliz Rodríguez de la Fuente, o espacios como Documentos TV, y otras muchas grabaciones que son en sí reportajes pero se consideran documentales.

En los últimos años, las creaciones de Michael Moore le han dado un nuevo impulso al género documental. Tras darse a conocer con Roger & Me, un trabajo sobre las prácticas de General Motors para abaratar costes, Moore siguió esa tendencia crítica con Bowling for Columbine y Fahrenheit 9/11. Su más reciente obra: Capitalism, a love Story, se pudo ver en los cines- Y desde esta semana algunas salas proyectan Océanos, una superproducción con la que nos pretenden concienciar sobre el cuidado de nuestros ecosistemas, al igual que ya hicieran con Planeta Tierra.

Capitalismo: una historia de amor (2009)

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